Defensa: un tema irrelevante

El título del artículo luce provocador y creo que es correctamente descriptivo de una realidad: En Argentina lo que en el mundo se conoce como política de Defensa es absolutamente irrelevante tanto para los políticos, en su amplísima mayoría, como para una porción determinante de la sociedad. Esta cuestión ha llevado al país a una situación de absoluta carencia de capacidades creíbles para atender una crisis y ni siquiera para atender requerimientos mínimos de su seguridad, y esto desde hace años, sin que nada haga presumir cambio alguno en la tendencia.

Trataré de exponer mis razones para esa mirada advirtiendo que no es debido a una escasa asignación presupuestaria exclusivamente. Eso último es solamente una señal y ni siquiera la más importante. Argentina, como todas las naciones, ha tenido una historia cruzada por controversias y divisiones, fundamentalmente para el tema que nos ocupa, durante una parte no menor del Siglo XX y creo que dos razones están en el núcleo del por qué la política no tiene a la Defensa en su discurso, puede haber otras, pero creo que las que mencionaré son las principales.

Desarrollaré brevemente cada una:

1. Las intervenciones militares en la política partidaria.

Desde 1930 y hasta los hechos de diciembre de 1990, por distintas razones y con apoyo social en algunos casos o sin él en otros, la presencia militar en la política partidaria ha generado que ese instrumento, que en otros países es propio de los Estados, sea asociado a alineamientos partidarios que varían de acuerdo con la perspectiva que tenga quien haga la observación.

2. La derrota en Malvinas.

Perder una guerra es algo que a las naciones les ha sucedido en no pocas ocasiones y normalmente la derrota es hija de malas decisiones políticas y militares. Sin embargo, la Guerra de Malvinas se da justamente en momentos de una de esas intervenciones militares en la vida política y naturalmente el fracaso es asociado a la misma por una mayoría de la sociedad.

Estos dos hechos, la sucesión de intervenciones militares en la política y la derrota en Malvinas, interactúan entre sí para que en Argentina todo lo que tenga alguna relación con lo militar sea percibido como algo asociado a tiempos aciagos, con profundas divisiones y con etapas superadas al menos formalmente desde lo institucional.

Lo que he descripto, es decir la asociación defensa con etapas de gobiernos autoritarios llevados adelante por militares, la política en general, lo ha percibido con claridad; y entiende que el tema es absolutamente irrelevante para gran parte de la sociedad, y como de alguna manera debe atender esa área, ha dedicado su esfuerzo a generar y consolidar un tema fundamental en un país con la atribulada historia local: la preponderancia de la conducción civil sobre los asuntos de la Defensa.

Todo lo escrito sobre esa cuestión alcanza dimensiones gigantescas y es comprensible y natural que haya ocurrido así. Sin embargo, y más allá de declaraciones y documentos (muchos, toneladas de ellos), la política se ha desentendido del tema Defensa. Una aclaración: En los países serios la Defensa no es un tema que ocupe la agenda social, lo que no obsta que sus gobiernos traten de contar con una Defensa que tenga un perfil de credibilidad.

¿En qué se percibe en nuestro país que la defensa no es un tema de importancia alguna? En que no hay una aproximación profesional de la política a las agendas que se requieren para contar con un instrumento militar eficiente, letal, flexible y abierto a comprender las cambiantes condiciones estratégicas globales e incluso las directamente relativas a temas como organizaciones, despliegues, equipamientos, adiestramientos y un larguísimo etcétera.

Por décadas estos temas han sido dejados en manos militares, sin una seria y constante mirada profesional de la política sobre ellos, tal como sucede en países donde la Defensa es un tema más de la agenda de los Estados. Así el instrumento militar local mantiene los siguientes problemas:

– Despliegues propios de miradas previas a los años 40 del siglo pasado.

– Organizaciones con nombres «impactantes» pero carentes de funcionalidad real.

– Falencias doctrinarias producto de superposiciones de verdaderas capas geológicas de diferentes copias de ideas tomadas a otras naciones.

– Incapacidades crecientes para entender aspectos básicos tales como mantener el control del espacio aéreo, del inmenso mar y ni hablar de las fronteras.

– Falta de sistemas medibles, homologados y creíbles de adiestramiento.

– Estado de obsolescencia generalizada en los equipos y sistemas que se operan, donde incluso esos medios carecen de la munición que debieran operar (munición de todo tipo y calibres, misiles para buques y aeronaves, bombas, etcétera).

– Dificultades enormes para mantener siquiera los materiales existentes, tanto por la vetustez de buena parte de ellos que hace que la obtención de repuestos sea una tarea casi imposible o se recurra a canibalizar; como por mantener estructuras logísticas absolutamente inadecuadas para la tarea.

Por supuesto, temas como la capacidad cierta de interactuar con los países vecinos en el campo de la defensa, en el panorama que describo es solamente un enunciado. Nada sólido en esta materia puede esperarse como aporte de organizaciones con las características descriptas para países como Brasil o Chile, donde sus fuerzas poseen actualizaciones que las colocan muy por delante de las argentinas. Pongamos el foco en esto por unos momentos, haciendo mención de algunos ejemplos que servirán para darle mayor claridad a lo expuesto. Veamos:

  • Material blindado:
    • Argentina tiene como su principal tanque al denominado TAM (tanque argentino mediano), un vehículo diseñado sobre la base del Marder alemán de mediados de los 70, contando con un cañón de 105 mm, un blindaje incapaz de soportar el fuego directo de ningún tanque de combate y sistemas de puntería propios de fines de esa década, sin actualización relevante alguna y con la promesa de empezar un upgrade de una porción mínima de los tanques con una empresa israelí, en un plazo de alrededor de cuatro años. Es decir que, si se cumple ese proceso, algo siempre imprevisible en Argentina, poco menos de 1/3 de los TAM tendrían capacidades relativamente modernas para el Siglo XXI, aunque las mismas carencias de blindaje que ya mencionamos. Brasil y Chile por su parte, cuentan con tanques Leopard de diferentes generaciones, todos ellos muy superiores a los TAM argentinos, tanto en su calidad como en cantidad, a lo que se debe de sumar las pobres, muy pobres capacidades de mantenimiento argentinos, donde en la mayoría de los casos, los TAM tienen problemas por desgaste de sus orugas o bien sus cañones han perdido toda posibilidad de disparar en movimiento. A esto debe de sumarse la crónica carencia tanto de munición para adiestramiento como de combustible siquiera para mantener el mínimo de encendido de motores.
  • Lanzadores de cohetes:
    • En este aspecto destacan Chile y Brasil largamente respecto a la Argentina. En el caso chileno, disponen de sistemas de lanzadores múltiples israelíes y de producción propia de calibres entre los 160mm y los 306mm, en cantidades acordes a la magnitud de su ejército. Brasil por su parte ha desarrollado los sistemas de lanzadores múltiples Astros I y Astros II, que son comparables a los que emplean algunos países de la OTAN, con alcances en ciertos cohetes de alrededor de 300 Km. Argentina por su parte viene desde hace décadas desarrollando prototipos de lanzadores de cohetes, utilizando plataformas de camiones livianos o medianos. En años recientes, han reunido esos prototipos para formar un elemento de “lanzadores múltiples”, que por la diversidad de medios que cuenta pone en duda su capacidad de empleo operativo masivo, sumando a ello la carencia crónica de munición para adiestramiento.
  • Cazas de combate:
    • Desde hace años Argentina perdió la capacidad de intercepción supersónica, al darse de baja todos los Mirage que desde mediados de los años 70 servían en su Fuerza Aérea, sin que hasta el momento de su retiro del servicio se les haya realizado upgrade alguno, recurriendo a la canibalización, es decir a sacar repuestos de aviones que se dejan fuera de servicio para sostener en algún nivel de operatividad a otros. Por lo demás, la capacidad de fuego de la Fuerza Aérea se reduce a cuatro o cinco A4AR, aviones Skyhawk comprados como rezagos a EE. UU. a mediados de los 90, con un upgrade en su aviónica de esos años y sin otra mejora. Recientemente se ha decidido volver al servicio a los A4AR que estaban en tierra desde hace años, para que existan más aviones “para volar…”. Es decir, los mismos aviones con tecnologías de al menos un cuarto de siglo atrás, se colocarán a volar, y por supuesto sin misiles Aire – Aire, ni bombas guiadas ni ninguna otra arma más o menos moderna. Brasil y Chile están ambos a la cabeza de las capacidades de sus respectivas fuerzas aéreas. Brasil está ahora bien por delante en cuanto a calidad al haber adquirido los aviones suecos Gripen, que coloca al país en la posibilidad de contar con un caza de los más modernos del mundo. En el caso chileno con aviones F 16, sometidos los mismos a procesos de mejoras muy por delante de nada que la Argentina siquiera sueñe con poseer.
  • Fuerzas navales:
    • Argentina contaba hasta las primeras décadas del Siglo XX con una de las marinas más modernas y regionalmente quizás la más poderosa en el hemisferio luego de EE. UU.. Actualmente la situación del servicio naval en Argentina es calamitosa. El hecho que algunos buques puedan navegar ya es tomado como un logro, pues muy pocos se detienen a pensar que no poseen misiles en condiciones operativas, que sus sistemas electrónicos en muchos casos son obsoletos, que la carencia de repuestos lleva desde hace años a la canibalización o que directamente la capacidad de la aviación naval sea absolutamente irrelevante o que se carezca de fuerza submarina alguna.  En estos dos aspectos, les recuerdo que el ARA San Juan, desaparecido a fines de 2017, era el único submarino en servicio de la Argentina y que se lo caracterizaba como un buque que podía navegar, pero no estaba en condiciones de operar en situaciones de combate, y que el único submarino que existe, el ARA Salta, solamente puede navegar en superficie… En cuanto a la aviación naval, se compraron cinco Super Etendard Modernizados a Francia en 2018, y al momento de escribirse esta nota, ninguno de ellos puede volar todavía en Argentina por diferentes problemas técnicos… Nuevamente Brasil y Chile cuentan con capacidades navales muy superiores a las de Argentina. Puede decirse que Chile es sin dudas la flota más moderna de la región y que Brasil estará adelante en su capacidad submarina posiblemente en los próximos cuatro o cinco años a más tardar.
  • Problemas de adiestramiento y organización:
    • Los problemas que mencionamos anteriormente son solamente algunos de los que las FFAA en Argentina poseen, siendo el del adiestramiento posiblemente uno de los más críticos. En Argentina no hay un adiestramiento que cumpla parámetros que puedan compararse a los de otros países, y en algunos de los servicios, el poner el foco en la preparación para la guerra es una idea que hace largo tiempo ha desaparecido en los hechos, no en los discursos, volcándose la atención a tareas de apoyo a la población en situaciones de catástrofes u otras mucho menos demandantes, o a ser el marco “de color” para ceremonias de todo tipo.  Las demandas administrativas están muy por delante del adiestramiento, y siempre se encontrarán excusas para no llevarlo adelante. Esto creo se ha tornado casi en un aspecto cultural que requiere un cambio copernicano. Y en lo organizacional, las falencias no son menores, Van desde estructuras macrocéfalas, con abundancia personal de jerarquías medias y altas y crónica escasez de mandos subalternos; organizaciones que no poseen ni el personal ni los medios necesarios para operar y a todo ello despliegues territoriales que responden a criterios estratégicos de entre 50 y 70 años atrás. 
  • Autolimitaciones para comprender la Defensa:
    • Argentina en esos vaivenes propios de su política de escasos consensos, ha vuelto a concepciones de la Defensa que desde mi particular concepción están perimidas. Pone el acento en rechazar por la fuerza solamente acciones provenientes por otros Estados, cuando el Siglo XXI nos muestra que hay otras posibilidades de poner en peligro a una nación, pero además incluso temas que en el mundo se discuten y llevan adelante como el contar con capacidad de proyección de fuerzas fuera de los límites del país o incluso discutir el carácter de hibridez de la guerra actual es directamente negado o percibido como algo creado con fines oscuros.

Todo lo que hasta acá describimos, hace que la Argentina no tenga nada realmente serio para ofrecer a sus vecinos para lograr una Defensa regional que atienda a problemas comunes. Sé que estas líneas serán leídas en España. Piensen esos lectores si sus fuerzas tuvieran el nivel de deterioro, atraso y falta de adiestramiento que les comentamos. ¿Estaría España en condiciones de integrar la OTAN? ¿Algún país europeo sentiría interés por interactuar con España en caso de una crisis? ¿Cuál sería el objeto de mantener esas organizaciones obsoletas en España y sin un camino realmente cierto de transformarse?  Esas preguntas en Argentina siquiera son formuladas. Las Fuerzas Armadas están ahí, con políticos que se turnan en su administración, con discursos que se repiten, con documentos que se escriben (toneladas de ellos) y con una decadencia gigantesca, cuasi inamovible, aceptada como parte de inseparable de una mirada que la Argentina ha adoptado como nadie: nunca pasa nada.

Ahora bien, mientras esta situación acontece, allá afuera, es decir pasando la boca oriental del Río de la Plata, el mundo no se ha detenido en términos estratégicos. Todos los que han leído mis artículos o diferentes hilos en redes sociales sobre lo que «allá afuera pasa»; están al tanto de las complejas dinámicas que acontecen en el marco de los asuntos de seguridad internacional, algo que, salvo sectores muy pequeños de la política local, tampoco es seguido con atención. La obsesión local es limitada a “el rosqueo” y aspectos menores.

Entonces la política local percibiendo la irrelevancia que tiene para la sociedad todo lo relativo a Defensa decide dejar las cosas como están (por supuesto, dirán que no es así en modo alguno): En consecuencia produce documentos; inicia ciclos de planeamiento; habla de la necesidad de profesionalizar; menciona que importante es el mar y territorios antárticos y por supuesto el control del espacio aéreo; e intercambia miradas sobre el empleo que son siempre teóricas, según la administración que se trate; contribuyendo así a que el instrumento militar tenga una característica distintiva: la irrelevancia.

Y como la política, siempre en su amplia mayoría, no percibe la necesidad de poner el tema en agenda, resulta muy difícil explicar estas cosas, que además requieren años de continuidades producto de acuerdos inter-partidarios. La premisa es sencilla de expresar: Nada que requiera el uso efectivo de un instrumento militar sucederá en ningún futuro previsible, por lo tanto, no existe necesidad de atender a la defensa con seriedad. de nada valdrán las explicaciones que se hagan sobre lo que sucede en la región o fuera de ella: El tema no existe si no hay demanda, luego la política se desentiende.

El mundo tuvo ejemplos de intentos de ese tipo. Incluso en una nación como el Reino Unido, en los años 30 del Siglo XX la política toda, de los dos lados del pasillo de los Comunes, decidió que la defensa no era un tema. Sólo en los Comunes la voz de Winston Spencer Churchill se elevaba para explicar lo erróneo de esa mirada. La burla y el escarnio lo acompañaron por años. Hasta que la realidad, la cruel realidad, se impuso colocando a su país a un paso de la derrota absoluta.

Al mencionar esa anécdota creo que cometo el principal error de este artículo: menciono a Churchill, alguien que miraba a muy largo plazo. Olvidaba que entre nosotros el largo plazo llega al martes de la semana entrante.