En el Japón medieval, los shogunes eran dictadores militares que gobernaban el país por medio de un sistema feudal, en el que se intercambiaba el servicio militar y la lealtad del vasallo por el patronazgo del señor. Establecido como una institución por el primer shogun oficial, Minamoto no Yoritomo, en 1192, los shogunes gobernarían durante siete siglos, hasta la Restauración Meiji de 1868. El cargo de shogun era ostentado por miembros de ciertas familias que dieron su nombre a dos de los tres gobiernos sucesivos del shogunato (bakufu): el shogunato Ashikaga (1338-1573) y el shogunato Tokugawa (1603-1868). En el caso del primer shogunato, fue la capital la que dio nombre al gobierno: el shogunato Kamakura (1192-1333). Los otros shogunatos también se relacionan con sus capitales: Muromachi (shogunato Ashikaga), un área de Heian-kyō / Kioto, y Edo (shogunato Tokugawa), el nombre original de Tokio.

Entre 1203 y 1333 el gobierno estuvo en manos de regentes, en nombre de shogunes que todavía eran menores de edad y que actuaban como meras figuras decorativas. Un componente final de esta compleja red política era el emperador, en gran medida sin poderes y restringido, durante el período medieval, a sus deberes ceremoniales, aunque todavía útil para dar legitimidad a los shogunes, otorgándoles su codiciado título.